Portada Blanda intuicion de parpados_Zakarias Zafra

Tres días antes de morir, con la voz exigua y el aliento de manzana, mi abuelo declamaba la Balada de Hans y Jenny y los primeros versos de Adelfos. Un pañuelo húmedo en la boca le aplacaba las respiraciones. Ya no veía, desconocía el tacto, pero aún así pensaba en la poesía. La susurraba. La vivía.

Hoy, a las 12.15 del mediodía, se cumple un año exacto de su viaje. La primera vuelta de la tierra sobre su almohada vacía. Yo no encontré mejor forma de honrarlo que dedicándole lo que voy escribiendo. Lo que él mismo me enseñó desde el índice.

Agradezco la generosidad de André Breton por darle un título a mi atrevimiento. Esto va para el Apolo desnudo que sigue leyendo. Para ese que duerme con sus padres en un cementerio abandonado de la ciudad.

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