Las despedidas hay que exorcizarlas, derrumbarles la ceremonia, quitarles toda solemnidad. De mis amigos (los que se van, los que todavía no se han ido pero ya están preparando su ausencia), me despido como si no pasara nada, como si pocas horas nos separaran del próximo encuentro.
Solo así puedo sacarle ventaja a la nostalgia. Solo así puedo dar la espalda en paz y sin estelas.
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[PS: Solo así podría decir alguna cosa alegre cuando ella, la que quiero, también se vaya].