Tuve el honor de viajar a Puerto Rico entre el 26 de marzo y el 1 de abril para leer, recitar y hablar por Venezuela en el Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico 2017. Ahí estuve junto a 15 poetas de Latinoamérica y Europa en una intensa semana de recitales, talleres y charlas en universidades, teatros y escuelas de ese fascinante país.
Han sido días esplendorosos en Puerto Rico. Conocí tanta gente valiosa, tantos lugares e historias para admirar y celebrar con reverencia. Los puertorriqueños son creadores de alegría, testimonio perfecto de ese Caribe hospitalario y encendido que festeja, ceremonia y resiste. Por luminosas-remotas-marinas-rítmicas coincidencias, Venezuela y Puerto Rico están habitados por el mismo espíritu. Son el mismo son: gritan al unísono: viven y estallan igual. Y ese es el tesoro que me llevo de esta visita.
Gracias al Festival Internacional de Poesía en Puerto Rico por estos días inolvidables, gracias a los poetas iberoamericanos y caribeños por su nobleza y su honda música, gracias a mis nuevos amigos boricuas por albergarme con tanta generosidad y amor.
Me voy con el encanto entre los labios y con la promesa de volver pronto a esta isla de baile, belleza y magia.