Lunes, 4 de enero

Lunes: regálanos verdades, danos más luz en el cuerpo, haznos creer en la buena noticia de los pájaros.

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Viernes, 8 de enero

Ayer vi la nueva película de Star Wars. Además de las lecturas políticas y hasta teológicas que la cruzan por todas partes, es la relación problemática con los padres lo que me resulta particularmente atractivo. Desde el día en que mi papá me llevó a ver El imperio Contraataca, por allá en 1996, la Guerra de las Galaxias ha estado vinculada involuntariamente a él. El tiempo nos ha venido quitando las máscaras y las manos, pero la tensión sigue intacta: tengo en mi padre a mi Darth Vader particular.

Muchas cosas aprendí de esta película y, por consiguiente, de las otras:

  1. Siempre me gustará Natalie Portman.
  2. Nuestros padres nos decepcionan irremediablemente.
  3. El trasfondo de la maldad es, de cualquier forma, la debilidad.
  4. Modestos y sin ruido hacer Jedis todavía entre nosotros hay.
  5. La fuerza es Dios.

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Domingo, 10 de enero

Lloro mientras escribo el borrador de un poema. Yo que antes andaba entre armas histéricas, violento, ardoroso, descuidado, ahora me desgasto en un temblor ridículo. Tengo miedo de todo. Estoy revolviendo recuerdos y sensaciones perdidas. Los dolores de la memoria me arruinan el domingo.

La poesía, sagrado e insondable malestar.

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Lunes, 18 de enero

Pienso en Luciérnaga, quiero verla, quiero disfrutarla más. La evocación de lo vivido se va apartando de la interrogación y la contienda, y se acerca más a la gratitud, a la sonrisa reverente y desinteresada. Poco a poco voy situando a Desmesura en su respectivo lugar de silencio. La hago formar parte privilegiada de mi memoria, para ser certeza y ya no posibilidad.

A media mañana me encontré con Luciérnaga. Tomamos café, nos reímos, hablamos de su proceso plástico, nos miramos, me alegró. Su suavidad, su transparencia y su honestidad me llenan de una profunda paz. Hablamos muy poco durante el día, pero la llevo cerca. No me hace falta saber de ella a toda hora. Ella, de algún modo, va conmigo.

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Domingo, 24 de enero

Youtube: el nuevo thesaurus de la música.

El concierto solo de Keith Jarrett en Tokio me conmueve hasta el límite, especialmente su preciosa versión de Porgy and Bess, contemplativa, acuática, debussyniana. Creo que fue él o Chick Corea quien dijo que tocaba todos los días los preludios de Bach para purificarse el oído. Acaso esa pureza auditiva establece una íntima correspondencia con los dedos y levanta ese portento misterioso que la escuela pianística francesa llama touché.

5:45 p.m. Salgo al parque a caminar. Veo una pareja de ancianos recorriendo la misma vía con una placidez hermosa, inabarcable. Los veo y pienso: ¿Cómo no admirarlos desde mi soberbia inmediatez? ¿Cómo no detenerme a darles la honra merecida? Ellos que vienen de otro tiempo, ellos que guardan una esperanza antiquísima.

Ellos que son otro país.

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Jueves, 4 de febrero

Mi mamá atribuye mis largas nostalgias a un indiscreto “morbo intelectual”. Para ella, lo que me duele y me perturba permanece dentro de mí bajo la estricta vigilancia de mi ego literario. En otras palabras, me empeño en sufrir, repensar pendejadas y magnificar lo mínimo para escribir poesía. Ella es brillante. Ella quita el monte que me crece por obra de mis fantasmas. Ella, con su amor sapiencial y su delicada frialdad, hace un exquisito trabajo de jardinería en mi corazón.

Valga señalar que me admira como prosista y le soy totalmente indiferente como poeta. Sé que me ama.

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Domingo, 7 de febrero

Llegó carnaval. Llegaron las cajas de cigarros en 1000 bolívares. Nunca un parche antinicotina fue tan efectivo.

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Jueves, 11 de febrero

Lo que nos pasa como país es idéntico a lo que nos pasa como personas: no sabemos quiénes somos, olvidamos cómo llegamos aquí, vivimos de acontecimientos sin conquistar jamás el triunfo de una historia particular. Para salvarnos de la compulsión, la desgana y la falsa fiesta no hace falta correr, sino reconocernos.

Esa imperiosa necesidad de amarnos. El desafío de merecer.

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Lunes, 22 de febrero

Mi yo por venir, mi yo sido, mi yo que todos los días se derriba y se reconstruye, me muestra espacios para vaciar mi escritura.

De Joan-Carles Mèlich:

La cuestión no solo es responder a la pregunta « ¿Qué soy? », ni siquiera a la pregunta « ¿Cómo he llegado a ser lo que soy? ». Lo más importante es saber si puedo dejar de ser lo que soy y transformarme en otro. ¿Hasta qué punto puedo liberarme de la herencia recibida? (N. 94)

No es suficiente con la presencia ni con el presente. El presente no es la presencia sino la ausencia. El presente es espectral. (N. 119)

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Lunes, 7 de marzo

Nacer, amar, morir, para terminar iguales en el rastro: papeles, actos administrativos, manchas inestables en la memoria de la gente.

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Viernes, 18 de marzo

8:48 de la mañana.

Hoy es mi efeméride corporal. Siento unas ganas enormes de masturbarme. En la hora y media que tengo escribiendo un capítulo de la tesis, me he tocado tres veces. No completo la acción porque el compromiso con el texto y la premura son grandes. Además no hay agua en mi casa.

He esperado con cierta ansiedad este día. Desperté tranquilo, incluso contento. No reparé en la fecha, pero la memoria siempre está pendiente de empavarme. Ahora estoy, una vez más, de frente a los recuerdos que asedian. Espero que se distraigan en el resto del día.

Dudo que una eyaculación logre este propósito. Quién sabe.

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Sábado, 19 de marzo

La mayor sabiduría del cuerpo es honrar los vestigios del amor.

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Jueves, 24 de marzo

Jueves Santo. Un día de pésima escritura. Ideas flojas, palabras forzadas, bloqueo. Hoy experimenté la muerte de un texto. Mi ritual ha sido comer dulce compulsivamente, dormir y tocar piano para distraerme. Un poema se me ha resistido demasiado. No quiere hablar, está encerrado en una idea que no le pertenece, se sabe deshonesto y con voz impostada. Es un poema muerto y como tal debo no solo abandonarlo, sino honrarlo, hacerle su velorio.

Ha sido un día de duelo literario. Y como tal lo vivo.

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Viernes, 15 de abril

Luciérnaga acaba de salir de mi cuarto. Todo su cuerpo está aquí, presente, extasiado. Le aprieto los senos, enredo su lengua con la mía. Ella toca los huesos de mi cintura, me besa mucho, me pide que me duerma encima de ella. Me cuenta cuánto le gusta ser abarcada por mí. Sus gemidos son fuertes y casi hablan su propio idioma. Los sentidos despiertos, reconcentrados en el olor y el tacto. Estaba bellísima Luciérnaga. Fue muy mía. Nos dimos.

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Lunes, 18 de abril

Tres “hombres” se metieron ayer en la casa de unos amigos en El Manzano. Los amarraron, los insultaron, les arrancaron los celulares, se sentaron en la mesa y les comieron el almuerzo. Como no había más que robar, se llevaron la bombona de gas, la pasta de dientes y el jabón de la regadera. Los “hombres”, armados con pistolas y revólveres, no pasaban de 20 años.

Hombres nuevos que se alimentan del miedo de otros hombres. Hombres nuevos venidos de una patria delirante.

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Martes, 19 de abril

Imagino una ciudad llena de rastros de la memoria nacional. Una ciudad construida sobre la narrativa del dolor, como Berlín. Museos de la memoria por todas partes, monumentos permanentes y efímeros que registren episodios de la historia colectiva de Venezuela, parques, plazas, calles contra el olvido. Mucho arte público, pero con un objetivo común: renarrar la memoria. Una especie de cruzada contra el olvido.

Situar gigantografías en las calles con imágenes dolorosas de la historia reciente, hacer un museo del discurso en el que se expongan los materiales verbales, audiovisuales e iconográficos de las campañas electorales y las agendas políticas de los últimos tiempos. Manosear y visibilizar el absurdo, contraponer el pasado y el presente, dinamizar esa mezcla, sacar de ahí un diálogo.

Y conocerlo. Sobre todo conocerlo, para después pasar a la fase decisiva: el reconocimiento y la valoración.

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Martes, 26 de abril

El Gobierno decretó ayer el nuevo plan de racionamiento eléctrico: cuatro horas sin luz, todos los días de la semana. Ya hoy cumplimos la cuota de 4 a 8 a.m., pero cuando nos sentamos a cenar, a las 7.58 de la noche, nos volvieron a quitar la luz. ¿Podemos llegar a 8 horas de racionamiento en un día? Desde luego. Hace unos días tuvimos 14. Maduro, además, declaró no laborables los días miércoles, jueves y viernes y, por si fuera poco, en un discurso neurótico, onanista y sin sentido, anunció la Revolución de Amor y habló del deber de todos de actuar por amor a Chávez, “porque él está vivo, como Cristo entre nosotros”.

Qué sangramiento, qué burla, que extravío, qué pérdida tan grande. Es tan difícil no desgarrarnos por dentro, no desterrar definitivamente la esperanza y entregarse de una vez por todas al tormento y la apatía. Todo se está cayendo. Todos los días, uno a uno, los pedazos del país se desprenden. Y nos aplastan.

No sé cómo vamos a levantarnos de esto. Esta derrota generacional que estamos viviendo nos costará muy caro. ¿Por qué llegar aquí? ¿Qué nos pasó? ¿Cómo?

Miro en mí este dolor de país y trato de no quebrarme en llanto. Este país perdido, oculto, disuelto. Este país que nos quebró las rodillas y nos dejó sin abrigo y sin futuro. A mis 28 años no sé a dónde voy a parar. Si este es el país por el que lucho, siento de entrada una derrota. Y no quiero pensar que ese sea el signo de mi generación: el fracaso.

El desarraigo.

El desprendimiento.

La espalda.

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Miércoles, 27 de abril

Hoy te dijeron eres nadie y ayer también y el día en que te vieron llegar a este mundo. Después te prometieron todo, te dijeron irrepetible y pasaste por bueno, por grande, por único. Pero no escuchas, no escuchas el rumor que te ocupa por dentro.

¿Qué ha pasado contigo que todo te arde?

 

 

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Barquisimeto, 2016

@zakariaszafra

Arte: Daniela Urdaneta