Así como cada escritura es una época, cada lectura es un traslado, una búsqueda. El poema, en su forma más próxima, es una caída, una hondura a la cual uno llega. Está hecho, sí, preexiste, también, pero todo de él permanece inasible hasta que los pies del que busca coinciden con su diámetro y su vibración inexplorada.

Ningún paso mío ha quedado a salvo. En estas «épocas» que cruzo con mi yo escindido (y aburrido, extraviado, inconforme, desabrigado), el Cadenas que llega tarde a todo, que tiene un orgullo satánico, que no encuentra su cuerpo y si lo halla se burla de él hasta extraviarlo de nuevo; el Cadenas de la derrota, el poeta-monstruo que al final es un desamparo, un temblor expuesto, es la sombra que va surcando, cayendo, acompañándome.

Termina así Cadenas su «Monstruo»:

«Aunque tiene acceso a lugares donde sólo se llega desguarnecido, es fácil presa de todas las invasiones, está hecho para recibir de frente la inseguridad, y tiende a lacerarse más de lo que acepta la poesía».

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P.S.: Reproduzco el mismo fragmento en inglés (p.87), ya que el libro es bilingüe y detrás de él Aaron Copland me persigue con una avidez similar:

«Although he has access to places where only the unguarded can go, he’s an easy prey to all invasions, he’s built to meet insecurity head on, and he tends to get wounded more than is acceptable to poetry».

Selected-Poems-Rafael-Cadenas