Abro un espacio en la lista de #Microperforaciones de este blog para albergar este extraordinario comentario que Ronald Barreto Saad escribió sobre mi poema, Terapia para mi monstruo. Reproduzco fielmente las palabras Ronald, entregadas a mí en un mensaje privado de Facebook.
*
Somos seres fugitivos, efímeros y mortales; pero quizás sea el miedo y la desconfiaza lo que nos mantenga vivos.
Considero que muchas veces estamos abrumados por demonios donde preferimos ocultarnos con máscaras y barreras, no como mecanismo evasivo, sino como refugio íntimo. Estamos paralizados ante la vergüenza, cuestionados hasta el cansancio, juzgados como pecadores, donde los parámetros de normalidad los dicta una sociedad monótona, tóxica, ortodoxa y rígida. Es por ello que los demonios se ocultan; no siempre salen, no siempre se revelan y recurrir a la escritura parece ser el método más eficaz para manifestarlos en esencia.
Leer esta terapia tan explosiva, destructiva, cruda, incluso errática, me corrobora la fragilidad que existe en ellos. No como demonio inmortal (puede que se desvanezcan y mueran), no como demonio espiritual de posesión (a veces se apaciguan y recuperas la voluntad), no como demonio de esclavitud o condena (me siento libre aún conteniéndolos dentro). Muchas veces se vuelven frágiles ante la terapia, que los sensibiliza, que los vuelve blandos, que los fragmenta, que los descifra lentamente permitiéndome así descansar al demostrar lo que realmente soy.
Demonios como deseos. Demonios como caprichos. Demonios como fisuras en nuestra personalidad que sólo conoces cuando el temperamento tiembla y te derrumbas.
“Sé compasivo con tu propia noche”. Sé cómplice de tu propia oscuridad.
Así que danza, manifiesta y grita, no permanezcas callado figiendo que eres sabio. Enférmate, obsesiónate, divaga a la deriva. Deambula, transita, no seas de piedra; estático en un mismo lugar. Extrae tus vísceras, deja salir el odio. Amenaza, acecha, advierte. Siéntete un dios minúsculo que crea y a la vez destruye. Prende en fuego el escenario, haz ceniza el teatro. ¡Vibra, libera, drena! Miente, ensucia, transforma. Ama despacio, olvida rápido. Contradícete, equivócate, mas no te arrepientas, ni te lamentes. Y sumérgete de valentía, imprégnate de valor para enfrentar lo que eres.
Porque no hace falta exorcismos… tan sólo terapia, terapia y te hallarás sanado.
Puede que la terapia sea complicada, pero el verdadero desafío será aceptar lo que eres. Cuando te encuentres a ti mismo, entre máscaras y demonios.
Ronald Barreto Saad es narrador y forma parte de #DoceConDoce: Antología de la Novísima Literatura Larense (2015)