A mi emocionalidad furiosa, desgarrada, pletórica, detonante, infantil, volcánica, violenta, insaciable, apabullante, comeflor, descontrolada, desnuda, lacerada, anónima, inestable, volátil, festiva, instantánea, ácida, caliente, fragmentada, delirante, triunfante, derrumbada, indomable, salvaje, irracional, pacífica, destructiva, enarbolada, vulnerable, prodigiosa, le debo todo: la valentía, la escritura y la vivencia, el descomponerme y elevarme con tenacidad y magia, el haber amado y sido amado con insolencia, el despedirme a tiempo, el escoñetarme con sabiduría, el olvidarme de la historia y del futuro, el desapegarme y volver a sentirlo todo, el ser honesto con mi cuerpo y mi veneno, el ser consecuente con mi aliento y mi maravilla, el tener coraje para descalabrarme y hacer pedazos todo lo que me nombra y me captura. Le debo todo, todo, especialmente ese logro que todavía hoy aclamo: el vivir las vainas sin miedo.